Consideré adecuado empezar con un amasijo en el que se mezclaran las malas metáforas y los chistes idiotas y que sirviera como correctivo a cualquier sabor intelectual. Es claro que digo esto para poner al lector en ascuas, o al menos para intentarlo. Dirán los que lleguen al final que fracasé, que el tono intelectual es manifiesto y tiene un gustillo amargo; dirán los que lleguen a la mitad que triunfé, que lo que escribo es una estupidez manifiesta que no merece ser leída. En ambos casos, me declararé triunfador.
jueves, 23 de agosto de 2007
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